jueves, diciembre 28, 2006

Ya llega otro...


Llega otro año... y yo me voy. Pero me voy cerca, justo al sitio en donde nos enseñaron de pequeños que empezaba el año: la Puerta del Sol. Ojalá llegue bonito, bien arreglado, dispuesto a dejarnos alegrías, ilusiones cumplidas y sorpresas agradables. Ojalá sea todo como cada uno espera... aunque sea por una vez, ¿no? Me voy ya, que no llego... y el año empuja, y sigue empujando. Nos vemos pronto, mis queridos "bloggeros".

sábado, diciembre 23, 2006

De los cuarenta para arriba...


“De los cuarenta para arriba, no te mojes la barriga”, le dijo Alí Babá a uno de sus cuarenta ladrones. Éste, molesto por el trato, pues había estado en cuarentena por tener más de cuarenta de fiebre durante cuarenta días seguidos, contestó con rabia: “Te voy a cantar las cuarenta, Baba”. Y así empezó una discusión antológica, recogida luego en forma de canción por Juan Luis Guerra y los 4.40. Canción que llegó insólitamente al puesto número cuarenta de Los 40 Principales. Todo un éxito.



Con esta tontería de más de cuarenta palabras, recojo un sentimiento que parecía triste… y que no ha sido para tanto. Has pasado la barrera, con los tuyos, como toca. Hemos sido muchos, y quizás no todos, pero aquí estamos, aguantado la crisis de los cuarenta… y si conviene, de cuarenta más. ¡Que tenemos aguante para todo!

Y, por cierto, hay quien nos ha felicitado la Navidad… mojándose la barriga. ¡Hay que ver! ¡Qué falta de respeto! (o qué envidia la nuestra). Sea como sea… ellos pueden, pues aún no han cambiado el tres por el cuatro.

jueves, diciembre 21, 2006

90 dies de furia

Feia dies que no entrava al blog, i el cert és que l’entrada no podia ser de qualsevol manera. Havia de ser espectacular, mostrant el meu cantó fosc i dolent (el tinc, el tinc!!) i exhibint aquest cos que Déu m’ha donat… o m’ha deixat de donar. Sé que per coincidir amb l’època nadalenca, molts creuran que vaig disfressat de Dimoni dels “Pastorets”... però res més lluny de la meva intenció.

Aquesta disfressa serveix també per celebrar que he passat dels 90 dies. Sí, sí, just quan semblava que el blog havia entrat en fase terminal, reapareixo i demostro que això de que la majoria de gent abandona els blogs als 90 dies és una mentida. Almenys ho és en el meu cas, i en el de la Charo, i l’Abel, i en Jordi, etc.

També volia salvar, fos com fos, als quatre lectors que tinc. Aquesta mateixa tarda, un d’ells m’ha amenaçat en deixar d’entrar (sí, sí, Iván, va por ti) si no l’actualitzava. I jo, indefens i espantant davant d’una amenaça tan cruel, he tingut que rebuscar en el meu interior més profund i fer sortir, amb forma de flamarades, la fúria i l’empenta que faran d’aquest blog el més llegit de tota la província... algun dia. De moment, em conformo en que opineu en el comment i m’humilieu per aquesta foto tant hortera... Tot i que, ara que hi penso, la roba no és meva. Abel, et sona d’alguna cosa??

miércoles, diciembre 06, 2006

Mireu com ballen!

Fa dies que va desaparèixer Robert Altman, i fa dies també que volia escriure alguna cosa en el blog sobre ell... Però ja s'ha dit tot, i ara semblaria que faig un "refregit" de tot plegat i que em quedo tan ample. Doncs bé, he decidit no parlar gaire sobre ell, i en canvi recomanar una de les seves pel·lícules, de les últimes... de les menys exitoses, de les que van passar sense pena ni glòria, però que a mi, sincerament, em va semblar una petita joia.

És una pel·lícula que, aparentement, no va sobre res, no ficciona (o ho fa d'una forma molt feble). Una pel·lícula en la que sembla que no passi res, a part de retratar amb microscopi una companyia de dansa que està preparant un nou espectacle. I aquí està el seu mèrit. Crec que ni el millor documental podria entrar com entra en la vida d'aquests ballarins, ni filmar com filma les coreografies exhibides. Allà realment veiem l'ofici del director, que sembla enganxar-se a la pell dels artistes i mostrar unes coreografies on el més important, a més de la dansa, és la respiració, la fatiga, l'esforç, la suor... La pel·lícula es diu "The company" i us la recomano. Això sí, prepareu-vos per a poc argument (el tema real apareix quan ja has saborejat tota la pel·lícula), molta coreografia i, en definitiva, per a un bon espectacle.

sábado, diciembre 02, 2006

Cuando ruge la claca

Reconozco aquí, sin rubor alguno, que me gusta la ópera. Me gusta el espectáculo operístico en su conjunto, me gusta su música, su ambición, su desmesura… Acepto las convenciones (ya sé que Julieta no era gorda ni tenía 60 años) y respeto, más que a los toreros o los funambulistas del circo, el trabajo enorme que hacen los cantantes… Trabajar el instrumento de la voz como hacen ellos es algo que aún me maravilla y me sorprende. Además, aguantar una ópera entera es para mi el equivalente a ganar una etapa de montaña en el Tour de Francia; pasar del repertorio verdiano al wagneriano como hacen muchos en un abrir y cerrar de ojos es algo así como hacer el triple salto mortal en trapecio; viajar por medio mundo con un instrumento tan delicado dentro de ti es como llevar un stradivarius en el maletero de un Seat Panda; exponerte a la presión pública en cada actuación y saber que por una simple nota puedes perder muchos conciertos debe ser como competir en una final olímpica cada dos días…

Toda esta introducción es para hablar de lo que vimos ayer… Porque ayer volví al Liceu, después de bastante tiempo, a ver una ópera… Más bien dicho, a escuchar una ópera (teníamos asientos sin visibilidad) y a verla por esos monitores que han instalado en todos los puntos ciegos del teatro. Y tuvimos suerte. Tuvimos suerte porque vivimos una de esas noches que supongo que el Liceu vive muy de vez en cuando: quizás una vez por temporada, quizás una vez cada dos o tres temporadas… Depende de la suerte, del cartel y de muchas otras cosas.



Edita Gruberova, una de las grandes divas de los últimos años, tenía que empezar a cantar “Lucia de Lammermoor” el día 11 de noviembre, pero una dolencia no especificada hizo que la substituyeran en último momento. Su actuación se demoraría hasta el 19, como mínimo. Pero el 19 no llegó y las broncas de los aficionados se ve que eran antológicas, cargando incluso contra las pobres sopranos que tenían el “tramposo” honor de suplantarla… Y finalmente, esta semana llegó la Gruberova. ¡Y cómo llegó! Yo no soy ningún entendido en ópera ni en música de ningún tipo –sólo sé que me emociono o no emociono, me llega o no me llega-, pero a juzgar por la locura que se montó ayer en el Liceu… se ve que lo hicieron de maravilla, tanto ella como el tenor catalán Josep Bros, que la afición ha aceptado ya como el relevo de Carreras.

Y paso a describir lo de ayer, que yo no he visto ni en conciertos de pop, de rock, y mucho menos en teatro: a cada aria, un rugido infernal hacía temblar el teatro; los cantantes –aunque se les veía reticentes a ello- debían abandonar la pose del personaje para saludar entre aria y aria, pues el público aplaudía los momentos estelares durante minutos; los bravos se oían a cientos –del tercer piso para arriba todo el mundo grita, es curiosísimo verlo- e incluso de algunos palcos salían frases como “Lucía, Lucía”, en referencia a la simbiosis que se produjo entre la soprano y el personaje, o “Així es com es canta”, referido a la última y más lucida aria de Bros.

Y el final fue increíble. Calculamos entre 10 y 15 minutos de aplausos (más de ocho veces salió la Gruberova a saludar), pues incluso cuando la luz de sala se había encendido y la mitad del público había marchado muchos nos mantuvimos en el asiento aplaudiendo. Y la Gruberova volvía a salir… y entonces, personas aparentemente normales, serias y educadas empezaban a gritar como poseídas. Nunca lo había visto antes, y la verdad es que impresiona. Igual que impresiona ver como caen los ramos desde el quinto piso (¡¿Alguien sabe la altura que tiene eso?! ¿Alguien ha pensado en el daño que debe hacer un ramo lanzado desde esa altura?) o como de golpe surgen cientos de cámaras y todo el mundo empieza a inmortalizar el momento. Impresiona incluso ver como el fotógrafo oficial del Liceu se mete en el escenario a hacer fotos durante los aplausos… Impresiona porque sabes, intuyes, que eso ha sido único, que de eso se hablará durante tiempo, que has tenido la suerte de estar ahí y verlo… aunque fuera por una pantallita.